SANTANDER, UN EJEMPO A SEGUIR

(ANÁLISIS)

  • La Feria de Santander supuso un notable éxito organizativo, de público y artístico.
  • Se aprobaron 38 toros de 39 presentados. Ninguno fue rechazado en el ruedo.
  • El precio medio de las entradas fue de 39’5€. Además se agotaron los casi 900 abonos para jóvenes, a poco más de 9€ por festejo.

Por Álvaro Acevedo / Foto: Joaquín Arjona

La Feria de Santander concluyó el pasado domingo y dentro de dos semanas comenzará la de Gijón, pero leo que se han suspendido las de Bilbao y San Sebastián. Torpe donde los haya, no me entero qué es exactamente lo que se ha suspendido. ¿Había ganaderías anunciadas? ¿Algún torero contratado? ¿El más básico avance de carteles?

La experiencia acumulada por parte de Lances de Futuro en organización de espectáculos en tiempos de Covid, con exhaustivos planes de contingencia, pero también, el trabajo de su equipo jurídico, facilitaron que se celebrara la Feria de Santiago con el 50% del aforo. ¿O es que alguien piensa que una empresa de brazos cruzados lo hubiese conseguido? Pues eso, que donde no hay interés es mucho más difícil que haya toros.

El toro de Santander

Los resultados finales (no siempre sucede) se correspondieron al planteamiento inicial, que era magnífico. Primero por las ganaderías, con cuatro encastes diferentes en los cuatro festejos anunciados (Murube, Lisardo, Domecq y Santa Coloma). De 39 toros presentados se aprobaron 38, ninguno fue devuelto a los corrales y su presentación fue impecable, que es lo que sucede cuando el trapío y la armonía van de la mano.

Dio muy buen juego la de Los Espartales para rejones; cumplió aunque se esperaba más, la de El Puerto de San Lorenzo; fue brava, alegre y muy toreable (con hasta cuatro toros de triunfo) la de Torrealta; y los santacolomeños de La Quinta volvieron a demostrar que su arrinconamiento no tenía sentido, con hasta tres toros de nota alta.

Un gran año de toreros

Yo observo en este año pandémico un gran nivel en el escalafón, y así se volvió a evidenciar en la Feria de Santiago. Como de la de rejones y el jefe Diego Ventura ya hablamos el otro día, sinteticemos brevemente lo que hicieron los toreros de a pie. Digamos que Morante ahora mismo es dios, y como tal compareció en Cantabria. Su tarde fue colosal aun sin cortar orejas, con mención especial a su deslumbrante faena al cuarto toro de Puerto de San Lorenzo, temperamental y complejo. Y al lado de dios se sentó uno de sus apóstoles, que se llama Diego Urdiales. Que este pedazo de torero hiciera el viernes el cuarto paseíllo de su vida en Santander indica cómo ha estado el negocio en los últimos 20 años. Por si no vuelve, bordó el toreo.

Pablo Aguado tuvo menos suerte pero yo le vi por encima de sus dos toros. Y en la de Torrealta, Finito sustituyó a Ponce y no quiso cuentas con su primer toro, algo que en el fondo le encanta al personal para pedirle que se retire. Con el otro, muy noble y un poquito tardo, dibujó muletazos exquisitos y si le aprieta un poco más, le corta las orejas. Yo es que soy finitista, qué le vamos a hacer…

He de reconocer, no obstante, que el puesto de Ponce debió ocuparlo Daniel Luque. Su competencia con Emilio de Justo y Ginés Marín, que se repartieron seis orejas, hubiera sido fortísima. Emilio tuvo un lote de Torrealta muy completo al que respondió con su entrega habitual, toreando además asentado, con pureza, y matando por derecho. Ginés me gustó con el toro bueno y más todavía con el malo. Le veo lanzado, la verdad.

Finalmente, la corrida de La Quinta la vi a base de vídeos que me mandaban los aficionados desde el tendido, todo esto mientras desde casa observaba la de Pedraza de Yeltes en Francia. Quizá por eso algunos cárdenos de Conradi me parecieron bombones, siendo magníficos los del lote de Perera, que se llevó la tarde haciendo gala de su mando y pulso portentosos. Cortó tres orejas por una Ureña y Roca Rey. El primero, esforzado frente al único toro complejo de la tarde; y el peruano, con fases de gran toreo frente a un buen lote y rozando un triunfo mayor.

Público, precios y promoción

Pero no nos engañemos, una empresa puede confeccionar carteles con todo el esmero del mundo y luego que el resultado sea un desastre. De hecho, al propio José María Garzón le ha sucedido varias veces. Pero la que no está sujeto al azar es la política de precios, que entronca directamente con el fomento de la Fiesta a nivel general, y entre la juventud en particular.

Su libertad para poner los precios era total, pero decidió mantener los de 2019 –pero ahora, con sólo un 50% de aforo– apostando a llenar la (media) plaza, aun a costa de la rentabilidad económica del ciclo, y si bien flojeó un poco el cartel de Torrealta (en el que había derecho a devolver la entrada por la baja de Ponce) en el resto de festejos hubo una gran respuesta de la afición, incluido el “no hay billetes” de la tarde de Roca Rey, única por cierto sin televisión.

El precio medio de la entrada en una corrida de toros de Santander era de 39’5€ (la de El Puerto de Santa María el año pasado, organizada por la misma empresa, fue de 44€); y además llamaba mucho la atención la cantidad de gente joven que poblaba los tendidos. Había una explicación más allá de los precios generales. En concreto, un abono especial para jóvenes de… ¡39 euros! Eran casi 900 y, por supuesto, se agotaron. De momento el nombre de la empresa Lances de Futuro– está bien puesto.



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