PEDRO MARTÍNEZ, PEDRÉS: SUERTE, VALOR Y “VIRIDIANA”.

(OBITUARIO publicado en ‘La Vanguardia’)

Por Paco March / Foto: Archivo DYFO

En Madrid a los 89 años de edad, ha muerto el matador de toros albaceteño Pedro Martínez “Pedrés”, uno de los toreros de mayor relevancia en la mitad del siglo XX, en distintas etapas, y que ha dejado en la Historia de la Tauromaquia su huella de torero de valor seco e impávido, pisando terrenos ante la cara del toro precursores de lo que luego sería el sello de diestros de la talla de Dámaso González, Paco Ojeda o el mismísimo José Tomás.

Dos años como novillero con picadores, en las temporadas de 1950 y 1951, con muchos contratos y grandes triunfos, entre ellos dos consecutivos en Las Ventas hicieron que llegara con gran fuerza a su alternativa en Valencia, el 12 de octubre, con Miguel Báez “Litri” como padrino estoqueando el toro “Gitanillo”, de Cobaleda. En 1953 encabezó el escalafón, con cuarenta y ocho festejos, confirmación en Madrid incluida. Siguió con gran cartel en 1954 y una irregular temporada en 1955. En agosto de ese año, en la antigua Plaza de El Chofre, en la Semana Grande donostiarra, sufrió la cornada de mayor gravedad de su carrera y al final de esa temporada tras torear en la Feria del Pilar dejó los ruedos.

Cinco años más tarde, con renovadas ilusiones y un estilo más depurado, volvió a ponerse el traje de luces, reapareciendo en la plaza de Santa Cruz de Tenerife. Ese año y el siguiente volvió a sumar casi medio centenar de actuaciones y muchos éxitos, algunos de ellos en Madrid, Sevilla, Pamplona, Bilbao o Barcelona, cuya afición lo tenía entre sus preferidos. En 1962 no torea, regresando con gran fuerza al año siguiente, llegando a torear en sesenta y nueve corridas, con viajes a América, donde se presentó en la Plaza El Toreo de la capital mexicana. Bueno número de corridas en 1964 y once en 1965, año de su adiós definitivo, el 1 de octubre en Hellín con Paco Camino y El Cordobés como compañeros de cartel.

Queda dicho que Pedrés, que tuvo como apoderados nombres tan destacados como Camará, Domingo Dominguín o José Ignacio Sánchez Mejías (hijo del torero que impulsó la Generación del 27), evolucionó de un concepto revolucionario y de valor en su primera etapa a otro de toreo reposado y de mayor pureza. Y para la rica enciclopedia de suertes del toreo dejó dos de su invención: “El fallero” y la tan habitual -o similar-, sobre todo últimamente, “Pedresina”. La primera recibe su nombre porque la estrenó en la Feria de Fallas de 1952. “La Pedresina” es una “arrucina» al revés, con la muleta detrás de la cadera, haciendo pasar el toro por la espalda y vaciando la embestida por arriba.

Pero la historia torera de Pedrés tiene también su parte cinematográfica, con Buñuel y su película “Viridiana” en ella. En 1961 y tras 22 años viviendo entre México y Francia, el cineasta aragonés Luis Buñuel regresó a España para rodar, con producción del mexicano Gustavo Alatriste, “Viridiana”, a partir de un relato de Pérez Galdós. Buñuel convenció al magnate mexicano que entrara en la producción “Uninci” , con Muñoz Suay, Pere Portabella , Juan Antonio Bardem y Domingo Dominguín (apoderado de Pedrés) como cabezas visibles y todos ellos compañeros de viaje o militantes del clandestino PCE. El rodaje logró superar la censura con artimañas varias y cuando llegó la invitación al Festival de Cannes estaba claro que el censor no iba a permitir el montaje final. Y así fue como, con la complicidad de Juan Luis, hijo de Buñuel, y de Domingo Dominguín -un personaje irrepetible- los negativos de la película viajaron de España a Francia en el coche de la cuadrilla de Pedrés, envueltos en los capotes y trastos de torear. Días más tarde “Viridiana “ ganaría la Palma de Oro en Cannes. Para escarnio del Régimen.



Ver Fuente

Entradas populares de este blog

Enrique Romero: Conozcamos las partes de una plaza de toro

Los pases taurinos

El traje del rejoneador