PEPE LUIS, JUAN ORTEGA Y PABLO AGUADO PONEN EL «NO HAY BILLETES» EN LA FUNDACIÓN CAJASOL
Por Álvaro Acevedo / Foto: Fundación Cajasol
A las 8 en punto de la tarde el Teatro Cajasol estaba lleno hasta la bandera porque se iba a hablar de toros, nada menos. Las puertas de acceso por la calle Chicarreros se habían abierto media hora antes, pero desde las 6 de la tarde ya había aficionados esperando. La terna lo merecía, con el Sócrates de San Bernardo, Pepe Luis Vázquez, acompañado por las dos grandes esperanzas del toreo sevillano, Juan y Pablo, Ortega y Aguado. El «cartel», inédito hasta la fecha de ayer, parece que no volverá a repetirse…
El formato de la charla, conducida por este periodista, fue muy simple: hablar de toros como en la barra del bar, pero apoyándonos en imágenes del maestro, que también nos hablaba con su capote y su muleta, sus lances y sus naturales. «Si pones en color esa foto -comentó Juan al ver un lance a pies juntos de Pepe Luis- podría parecer perfectamente de esta época». Toreaba el maestro con un traje azabache poco recargado, que era el que solía ponerse en las corridas de Miura. 35 toros de ‘Zahariche’ estoqueó Pepe Luis Vázquez Garcés, lo que equivaldría a unas 17 corridas del temido hierro. «Os lleva ventaja», les dejé caer. «Y nos la llevará siempre», contestó entre risas Pablo Aguado.
Dijo Pablo también, al contemplar la foto de Arjona con la bamba del capote por delante y las plantas asentadas, que en ella «se ve la naturalidad, pero también el valor», algo en lo que se insistió cuando aparecieron naturales en los que la muleta era cogida con dos dedos. «Delante de un toro tiendes a engarrotarte, y mira en cambio él cómo está toreando con la palma de la mano, con las yemas de los dedos», apuntó Ortega.
Ambos quedaron impresionados con una foto en la que Pepe Luis quebranta a un toro tocándole los costados mientras el cuerpo permanece relajado, sin la más mínima señal de rigidez. Era el símbolo de lo que fue Pepe Luis, armonía y dominio, naturalidad y poderío, inspiración pero también conocimientos. «Esa foto no la tiene nadie, solamente él», sentenció con admiración Pablo Aguado.
Transcurrió la charla entre matices técnicos, anécdotas del maestro, muletazos al aire y la pureza y el estilo de Pepe Luis Vázquez flotando en el ambiente. El sentido de la medida -esa virtud que tanto destacaba el torero de San Bernardo- estuvo presente en todo momento, y por eso a la hora justa de coloquio decidimos aliñar. Antes, Ortega había recordado lo que le contó su apoderado, Pepe Luis Vargas, el día que el maestro presenciaba un tentadero en lo de Tassara mientras se tomaba un cafelito y una galleta que le habían traído del cortijo. Y como el torero se empeñaba en exprimir a una erala pegando más pases de la cuenta, dijo así el maestro: «Una faena no puede durar más de lo que tarde uno en tomarse un café y una galleta».
Tras visionar las fotos seleccionadas, se dio paso a un vídeo en el que Pepe Luis toreaba, breve y maravillosamente, una vaca en lo de Guardiola. Y a modo de remate, apareció una última imagen en la que el maestro toreaba de salón delante de sus hijos. «Así es esto, niños», parecía decirles. Ayer, a través de ese puñado de fotografías, pareció decirnos lo mismo a nosotros.
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